El Museo Thyssen celebra sus 25 años con los tesoros artísticos de Budapest

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El Museo Thyssen cumple 25 años.

Y lo celebra, a lo largo de este año, con un interesante y variado programa expositivo: «El Renacimiento en Venecia», «Picasso/Lautrec», monográficas de Sonia Delaunay y Rafael Moneo… Abre plaza una muestra con las obras maestras de los museos de Budapest, que inaugurarán el viernes los Reyes, acompañados por el presidente de Hungría, János Áder, y su esposa, Anita Herczegh. El Museo de Bellas Artes de Budapest (inaugurado en 1906) y la Galería Nacional de Hungría (1957) han cedido 90 obras –están aseguradas con la garantía del Estado español por valor de 413 millones de euros–.

Sus colecciones se reunificaron a partir de 2012, pero aún no se ha hecho efectivo el nuevo reparto. El objetivo es que el arte de este país abandone su gueto de la Galería Nacional y se incorpore al contexto internacional. La redistribución será cronológica, no por países: el Museo de Bellas Artes acogerá el arte hasta 1800 y la Galería Nacional, el posterior a esa fecha. El primero se halla cerrado desde febrero de 2015 por obras de remodelación (se prevé reabrir, en sucesivas fases, a partir de 2018) y la segunda abandonará su actual sede en el antiguo Palacio Real del Castillo de Buda para instalarse en un nuevo edificio. Este palacio fue tomado por los nazis en la II Guerra Mundial, incendiado y, posteriormente, reconstruido.

Obras maestras de Budapest ya pasaron por Milán y París y ahora una selección llega a Madrid. En su día no sólo se interesó por ellas el Museo Thyssen. También, el Museo del Prado (la plana mayor viajó a Budapest), pero le ganó la partida el Thyssen. Al parecer, el Prado estaba interesado especialmente en las obras más frágiles y quería la exposición para 2018, fecha complicada, pues reabrirá una parte del Museo de Bellas Artes. Además, influyó en la decisión el paralelismo de ambas colecciones, las raíces húngaras del barón Thyssen y hasta el hecho de que uno de los tesoros nacionales, Franz Liszt, tocara el piano en 1864 en el Palacio de Villahermosa, sede del Museo Thyssen, como reza en una placa.

La pinacoteca española no ha pagado nada por el préstamo de las obras. Como contrapartida, los húngaros querían organizar una exposición con obras maestras del Thyssen, pero el Patronato del museo no lo autorizó. Sí se dio luz verde, en cambio, a una muestra de características similares en CaixaForum Barcelona. Este acuerdo sí incluye, en cambio, el préstamo a Hungría de 50 obras de la colección Thyssen en los próximos diez años. Además, el museo español ha colaborado económicamente en la restauración de diez piezas.

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La pintura española constituye una de las colecciones más importantes del Museo de Bellas Artes de Budapest: atesora unas 120 obras. Aunque en un principio los comisarios, Guillermo Solana y Mar Borobia, no habían pensado incluirla en la selección, los húngaros creían que sus obras maestras estarían incompletas sin el arte español. Finalmente, se seleccionaron «El almuerzo», de Velázquez; «La Inmaculada Concepción», de Zurbarán; «La Virgen con el Niño repartiendo pan a los sacerdotes», de Murillo; «Noli me tangere», de Alonso Cano; «Ecce Homo», de Mateo Cerezo; y tres obras de Goya: «Retrato de Manuela Camas y de las Heras», «El afilador» y «La aguadora».

Esta colección, una de las mejores de arte español fuera de nuestro país, procede en gran parte de la familia Esterházy. El príncipe Miklós II, apasionado coleccionista, adquirió al conde Bourke (fue embajador en Nápoles y en Madrid) 22 obras de maestros españoles. Tras su muerte, compró a su viuda otras 24 más: entre ellas, 20 españolas. A partir de entonces siguió creciendo su colección de arte español. Su hijo, Pál Antal, tuvo problemas financieros y fue su nieto, Miklós III, quien vendió al Estado húngaro 637 obras por 1,1 millones de florines de la época (unos 165 millones de euros al cambio actual), un precio mucho más bajo del que hubiera alcanzado en el mercado internacional. También vendió, por 200.000 florines, 3.535 dibujos, 51.301 grabados y 305 libros ilustrados. Incluso donó seis obras, entre ellas un Murillo y un Zurbarán. El Estado húngaro ha seguido incrementando su colección de arte español con nuevas compras y donaciones. No falta el arte moderno y contemporáneo, con obras de Picasso, Dalí, Miró, Chillida y Tàpies.

Junto a la escuela española, están representadas también en la exposición del Museo Thyssen (que abarca del siglo XV al XX), las escuelas italiana, alemana y flamenca (Rubens, Van Dyck, Jordaens, Gossaert, Giaquinto, Carracci, Tiepolo, Guardi, Canaletto, Ricci, Manet, Kokoschka, Cézanne, Monet, Gauguin, Pissarro…), además de una pequeña selección de artistas húngaros. Entre éstos destacan las geniales y expresivas cabezas en bronce y los medallones en alabastro realizados por Franz Xaver Messerschmidt, un artista muy interesante que padecía esquizofrenia y acabó demente.

Hay obras que Hungría no presta nunca por su fragilidad (unas tablas de Bruegel y de Van Orly). Otras, por cuestiones legales. Es el caso de «Cristo en el Monte de los Olivos», del Greco. Pero no faltan en la exposición del Museo Thyssen joyas como «La Madonna Esterházy», de Rafael (la tabla, muy curvada, está demasiado encerrada entre el recargado marco y la caja de metacrilato); «Salomé con la cabeza de San Juan Bautista», de Lucas Cranach el Viejo –escogida como imagen publicitaria de la muestra–; «La Magdalena penitente», del Greco; «La Adoración de los pastores», de Bronzino; «La Crucifixión», de Altdorfer; dibujos de Durero («Lancero a caballo») y de Leonardo («Estudios de patas de caballos»)… Se exhibe también un bronce, «Guerrero a caballo» (viajó a Madrid dividido en tres partes: la base, el caballo y el jinete), atribuido a Da Vinci. Pese a que hay división entre los especialistas, en la cartela no se pone en duda su autoría.

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